viernes, 11 de agosto de 2017

ALERTA: FRUTOS SECOS Y AFLATOXINAS


La tendencia moderna de los últimos años por cuidar la dieta y una alimentación vegetariana incrementó considerablemente el consumo de frutos secos  en España  y en toda Europa debido a que los frutos secos aportan una cantidad  notable de proteínas y grasas vegetales de un gran valor dietético y nutritivo.  Los frutos secos suelen consumirse como aperitivos o pueden formar parte de la dieta habitual.

Los frutos secos abarcan:

Los frutos de cascara - nueces, cacahuetes, almendras, avellanas, pistachos, anacardos, nueces de Brasil, mani, pipas de girasol y de calabaza, semillas diversas y otros.

Los frutos desecados –uvas pasas, albaricoques (orejones), ciruelas, higos, dátiles y otros.

Este incremento del consumo de los frutos secos, vino acompañado también con un incremento del consumo de  productos químicos procedentes de la industria alimentaria y productos tóxicos naturales – aflatoxinas - procedentes de los microorganismos naturales que pueden causar  una  serie de enfermedades  peligrosas para la salud.

Para producir más cantidad de frutos secos se emplean en los cultivos los abonos nitrogenados y plaguicidas. Desde los años 30 hasta los años 2005-2015 cuando los prohibieron, emplearon bromuro de metilo (bromometano CH3Br), que es un veneno extremo para la salud (afecta al sistema nervioso central,  hígado, vías respiratorias, piel, depresión y otros) y para la atmosfera (favorece lesiones en la capa de ozono y calentamiento global).



El almacenamiento de grandes cantidades de frutos secos  para su extensa distribución produjo el problema de conservación porque los frutos secos son muy vulnerables ante los insectos y hongos.  Además este problema se incrementó con el pelado de los frutos, incluso de las pieles internas.

Con el objetivo de una mejor conservación se emplean  E-220 (dioxido de azufre SO2), un antioxidante y antimicrobiano, que también lo usan en otros productos  industriales vegetales como por ejemplo: vino, cerveza, zumos, vinagre de fruta, conservaas vegetales y otros. El consumo frecuente de este conservante puede conducir a problemas respiratorios, asma, bronquitis, problemas gastrointestinales, diarrea, dolores  de cabeza, nauseas, alergia,  alteraciones cutáneas.

Pero el E-220 no es tan dañino para la salud como los tóxicos producidos por microorganismos naturales procedentes de los frutos secos y cereales, por el moho  - aflatoxinas.  Aflatoxinas son un tipo de toxinas naturales producidas por los hongos Aspergillos  flavus,  Aspergillos parasiticus y Aspergillos  niger o del género de Penicillum como P. verrucosum, capaces de desarrollarse en los alimentos vegetales cuando estos son cultivados, recolectados, procesados, transformados o almacenados en unas condiciones adecuadas del medio ambiente.


Los mayores niveles de contaminación por aflatoxinas se han descrito en nueces, cacahuetes, semillas de maíz, granos de café, semillas de cacao y otros frutos secos. En los cereales como el trigo, la avena, arroz, mijo, centeno, cebada, quinoa. El trigo sarraceno es más resistente a las aflatoxinas. También pueden ser afectados las especias (por ej. cúrcuma, pimienta, etc.), los cultivos oleaginosos como el olivo, algodón, girasol  y las legumbres, especialmente vulnerables son los garbanzos y la soja.

Las toxinas pueden hallarse en las leches vegetales y en otros productos en la base de los frutos secos contaminados (por ejemplo, leche de soja, leche de avena, tofu, chocolate, cerveza,  etc.). Puede producirse intoxicación por consumo de los aceites y mantecas del grano contaminado y productos preparados con la harina y cereales del grano contaminado (pan, pasta, papillas, etc.). Las aflatoxinas son muy resistentes a los químicos y las temperaturas de procesamiento térmico normal (su punto de fusión es entre 270-290ºC).  De hecho si un grano o un fruto está contaminado con aflatoxinas nos intoxica de igual manera si esta cocinado o esta crudo.

Los agricultores pueden intoxicarse al inhalar el polvo generado durante el manejo y el procesamiento de cultivos y alimentos contaminados.

Los animales son poco tolerantes a las aflatoxinas. Aunque los residuos de  aflatoxinas  pueden estar presentes en la leche animal, en el hígado, los riñones, los huevos y en la carne musculosa de los animales alimentados con pasto contaminado, los productos de origen animal no se consideran como una fuente  potencial de aflatoxinas.

Los humanos poseen una alta tolerancia a las aflatoxinas y suelen desarrollar aflatoxicosis  crónica  de distinto grado, que se produce por el consumo frecuente o cantidades significantes de los alimentos vegetales contaminados y se manifiesta en la alteración de la digestión y del metabolismo de los nutrientes (especialmente en la absorción de las proteínas y grasas), nauseas, eccemas,  mareos, fatiga, desequilibrio hormonal (estrógenos), disminución de fertilidad, detención del crecimiento en los niños,  patologías hepáticas, hígado graso, edemas, patologías del sistema inmune, hepatitis, patologías del corazón y de riñones, alergias y en casos graves cáncer del riñón y del hígado.

Las madres lactantes intoxicadas pueden pasar las aflatoxinas con la leche materna al bebe y las mujeres embarazadas contaminadas al feto que influye negativamente a su desarrollo por lo que a las mujeres embarazadas y lactantes no se recomienda el consumo de frutos secos.

Un comité mixto de la FAO y la OMS ha definido las aflatoxinas como  “potentes carcinógenos humanos”, su  potencial de toxicidad es extremadamente elevado, pero aún no existe una información suficiente para establecer una cifra fija sobre grados de exposición tolerable.

El consumo ocasional de pequeñas cantidades de aflatoxinas no presenta peligro para la salud. Tampoco es posible eliminar por completo las aflatoxinas de los alimentos vegetales debido que son microorganismos naturales de deterioro, pero podemos reducir el riesgo de la aflatoxicosis si:

- consumimos los frutos secos (también cereales y legumbres) en pequeñas cantidades;

- procurando comprarlos de marcas conocidas que pasan rigurosos controles sanitarios y practican una buena higiene;
  
- estar atentos a la fecha de la caducidad y procurar consumir los alimentos más recientes;

- desechar los frutos secos, cereales, legumbres, vegetales y productos de ellos si presentan el moho, un color, olor o sabor anormal;

- lavar bien las frutas y verduras frescas si estaban en el contacto con algunos alimentos contaminados;

- en prevención y tratamiento de aflatoxicosis es beneficioso realizar periódicamente  una dieta específica de la desintoxicación del organismo tanto de las aflatoxinas y sus residuos, como de los demás contaminantes.










No hay comentarios:

Publicar un comentario